Capítulo 2 de House of the Dragon:

¡Suenan las campanas! La icónica apertura de créditos de Game of Thrones está de vuelta en House of the Dragon, y en Clack! no podemos menos que sonreír. Ahora, el mapa es atravesado por un río de sangre mientras suena la música de Ramin Djawadi. ¿A dónde apuntan? La ciudad de piedra del opening podría ser la extinta Valyria, y la sangre simboliza la masacre que sufrió la ciudad. En Poniente podría repetirse lo mismo si las cartas se juegan mal.

Por primera vez en la historia, el Trono de Hierro tiene una heredera. Sí, es una mujer y a nadie parece gustarle mucho. Ni los aliados, ni los hipotéticos enemigos. Las flechas apuntan a la futura reina Rhaenyra.

Este segundo capítulo de House of the Dragon, titulado “The Rogue Prince”, es el típico momento de desarrollo y construcción para todo lo que se viene. Pasaron 6 meses desde la muerte de Aemma, difunta esposa de Viserys. Y por lo visto, la velocidad narrativa continúa en la misma línea que tuvo las últimas temporadas de Juego de Tronos, pero al menos con cierto decoro. Ahora ya no nos ven la cara de tontos, colocando personajes en dos lugares opuestos del mapa en un mismo capítulo. ¡Lección aprendida!

Además, aparecen nuevos enemigos comunes, como los piratas de Craghas Drahar, un violento y cruel enmascarado del que poco se sabe; un nuevo Guardia Real, proveniente de Dorne; y alianzas que van a dejar choreados a más de un miembro de la Corte. Sí, a ti te hablamos, Lord Corlys.

Todos los caminos conducen a Dragonstone

Desterrado, Daemon roba un huevo del nido de dragones y se dirige a Dragonstone, una locación emblemática para la familia Targaryen. Cuando Valyria se extinguió, los sobrevivientes agarraron sus pilchas y partieron rumbo a Poniente, ubicándose en las lúgubres rocas de Dragonstone.

Uno de los candidatos legítimos a heredar el trono de hierro anunció su casamiento con Mysaria, una prostituta bastarda a la que Otto Hightower despreció como si tuviera lepra. Viserys mandó a su Mano para que recupere el huevo robado, en una misión diplomática. 

Pero Rhaenyra tenía otros planes, y cayó a la fiesta montada en Syrax. La prima de Daemon cortó la tensión y recuperó el huevo. Desde su juventud -¿y falsa inocencia?-, ella no parece impacientarse ni tenerle miedo a nada. Cara de palo.

Una propuesta jugosa

Lord Corlys Velaryon pide una reunión con el Rey. Es el momento de juntar a las dos casas más antiguas de la actualidad. La Serpiente Marina propone a su hija, Laena, para casarse con Viserys. Estratégica y económicamente, tiene todo el sentido del mundo. Pero Viserys no está ni ahí con casarse, a pesar de que su linaje está que se acaba con tan solo una hija. Además, Laena tiene 7 años, por lo que un emparejamiento así sería una locura. Bien ahí Viserys, la pedofilia es un delito.

Luego de hablarlo con cada uno de sus consejeros, Viserys toma una decisión que implica serios cambios en su círculo más cercano.

La verdadera sorpresa

Como buena Mano del Rey, Otto Hightower rápidamente craneó su maquiavélico plan luego de que la esposa de Viserys estirara la pata. Lúcido, vio el momento adecuado para introducir en la vida del Rey a su hija, Alicent Hightower (por el momento, Emily Carey). La muchacha, mejor amiga de Rhaenyra, desde el primer momento entendió las intenciones de su padre y aceptó su destino sin achaques. Viserys va a contraer matrimonio, claro, pero con Alicent. Carguen los rifles: esto termina mal, o termina mal.

“The Rogue Prince” fue un episodio de transición, en pos del desarrollo. Nos presentó pilares importantes en la formación narrativa de la temporada, en primer lugar, pero de la serie también. ¿El problema? Por ahora los nuevos personajes son más planos que una tabla, pues no alcanzan a sus antecesores en Juego de Tronos. No se roban la pantalla como lo hicieron Tyrion Lannister, Jorah Mormont y tantos otros. 

Pero nos mantenemos expectantes. Hay que darles tiempo, porque La Casa del Dragón recién comienza, y aún tenemos por delante 8 capítulos para disfrutar en nuestro plan de televisión VTR y ver con qué nos sorprenden. ¡Valar Dohaeris!